La cultura de equipo y el rollo de papel higiénico

Hace años que escuché una interesante anecdota sobre la realidad del trabajo en equipo en las organizaciones actuales. Con ella Paco Muro, Presidente de Otto Walter pretendía despejar las nubes de la ilusión del trabajo en equipo que existen en muchas de nuestras empresas.

El concepto de equipo comienza cuando cada individuo se implica en cuidar que al otro no le falte lo que uno puede aportar, que todos ganemos.



Hace poco visité una empresa llena de letreros en los pasillos que decían: "Somos un equipo", "El trabajo en equipo es nuestro lema". El director de la división me comentó que "eran una piña” y que cada uno velaba por el bien del conjunto. Precioso y emotivo discurso. Pero hete aquí que al salir pedí que me indicaran dónde estaban los servicios. Al entrar, y como uno está ya "muy viajado", tuve la precaución de mirar si había papel higiénico, pero apenas quedaba un mísero cuadradito adherido al cilindro de cartón, prueba inequívoca de que era el último vestigio del rollo.



Así que salí y armándome de valor pregunté a un joven que amablemente me contestó: "Hay recambios aquí, en el armario que está frente a la puerta, mantenimiento suele pasar al mediodía. Si hace falta reponer antes todos sabemos dónde está". Tras agradecer su eficaz gestión volví a entrar armado de tan preciado complemento, pero entonces me surgió una reflexión. ¿Quién había sido el insolidario, por no decir rufián, que utilizó por última vez ese WC?

Si todos conocen donde están los repuestos, el susodicho sabía perfectamente que dejaba sin existencias el servicio. ¿Por qué no puso otro al salir para que el siguiente no sufriera una desagradable sorpresa? ¿Ese era realmente el espíritu de trabajo de ese "equipo"? ¿Una piña? ¡Una piña de buitres es lo que eran! Cuando empecé a trabajar con ellos comprobé que en el departamento cada uno iba a lo suyo, que se aparentaba lo mejor pero se hacía lo peor, que no había verdadero compromiso de grupo, que lo de equipo, ni de lejos y que del dicho al hecho había un abismo.

Entonces recordé lo ocurrido en mi primera visita y descubrí la prueba del papel higiénico, para averiguar si de verdad había espíritu de grupo, de auténtico compañerismo. Se trataría de comunicar a todos dónde están los repuestos y dejar un resto de rollo con una sola ración, asegurarse de que así se queda cada vez que alguien lo utiliza, y esperar a ver cuántos se ocupan de cuidar que no le falten al siguiente los recursos necesarios para salir airoso del asunto.

Por mucha fe que tenga en su equipo, si se animara a hacer la prueba y por alguna razón sus tripas le exigieran una urgencia, le aconsejo que acuda al servicio acompañado de algún viejo informe (el de los objetivos de este año, por ejemplo, total para lo que sirven a estas alturas) ya que así, probablemente, tendrá una solución de emergencia y evitará una situación embarazosa.El concepto de equipo comienza cuando cada individuo cuida de que al otro no le falte lo que uno puede aportar, que todos ganemos, que cada uno ponga de motu proprio lo necesario para el bienestar general. Con los que sólo piensan en ellos mismos, con los individualistas, con los que se creen estrellas del universo, con los que sólo ven el yo, pocas veces se hará un verdadero equipo, una auténtica piña en la que poder confiar a ciegas en que nunca te dejarán tirado.

Al final me he dado cuenta de que la prueba es excesivamente dura, y para evitar una frustración por el resultado es mejor no hacerla. Creo que aún no estamos preparados para un examen como éste. Eso sí, aquello me hizo pensar y he empezado por aplicarme el cuento. Me ocupo de que haya un nuevo rollo a nada que esté escaso. No sé si estos pequeños favores anónimos me servirán de entrenamiento para fortalecer mi actitud y la generosidad que requiere el verdadero espíritu de equipo, pero mientras tanto he descubierto algo: te hace sentir mucho mejor haber hecho lo correcto porque sí, echar una mano por principios, porque es lo que hay que hacer para ser coherente con lo que uno aspira que hagan los de su entorno.

¿Hubiera pasado usted la prueba? En cualquier caso, ¿por qué no empezamos a actuar más en equipo, a dar más porque es bueno para el resto o porque es un buen ejemplo a seguir, hasta en los pequeños detalles y oportunidades que nos ofrece el día a día?

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